Columna de Óscar Guillermo Garretón: Un deseo para el 2023



Cuando los humos y el olor a incendio recién comienzan a despejarse en Viña, las campañas de solidaridad nos advierten que la adversidad saca lo mejor de nosotros y nos hace capaces de superarla. Además, después del plebiscito se respira una mejor atmósfera y 2022 terminó mejor de cómo comenzó. Creo que tenemos fuerza para hacer de 2023 un año donde comencemos a reparar lo mal hecho por demasiado tiempo.

Los concertacionistas no fuimos capaces de dar respuesta al nuevo Chile que sus éxitos crearon, tampoco el exitoso mundo empresarial. Comenzó el péndulo de alternancias ante decepciones con cada gobierno. Hasta que la gente se rebeló y optó por ungir como gobernantes a jóvenes, vírgenes de las culpas de tantos años de decepciones. Pero ellos lo han hecho aún peor. En pocos meses perdieron su encanto, cayó al suelo su aprobación y sufrieron una derrota monumental en el plebiscito, trayendo alivio a amplias mayorías y a ellos desazón de ser evidente minoría. Vivimos un daño profundo a las instituciones responsables de dar gobernabilidad, también a la economía, a la seguridad ciudadana, a derechos sociales. Pasamos de primero a último del curso en crecimiento; la inflación alcanza niveles desconocidos por generaciones y su componente interno es por irresponsabilidad política. Las ciudades se degradan por la ineptitud, el narcotráfico, la delincuencia. La inmigración está en absoluto descontrol y parte de ella tiene origen delictual. Campamentos y carpas invaden espacios públicos y privados. El terrorismo asociado a la delincuencia asola la Macrozona Sur, la autoridad vacila y la sensación de impunidad cunde. Ya un tercio de la población vive en la informalidad laboral sin previsión, mientras se hacen discursos sobre futuras pensiones. Capitales fluyen fuera de Chile en cifras impresionantes y también emigra la capacidad empresarial de invertir; mientras, quienes discuten leyes económicas, parecen ignorar la globalización omnipresente en las decisiones financieras, tributarias y de comercio exterior. La educación destaca por su crisis, por deserción escolar y destrucción en liceos emblemáticos. La salud solo aparece por la magnitud de las listas de espera y la crisis de las Isapres. Cunden incendios de origen humano destruyendo la naturaleza que todos proclaman defender.

El respeto mutuo, la convivencia, la calidad de lo público, la moral patria, se han degradado. El impacto de la Convención Constitucional fue devastador. Pero no estamos condenados, Chile supo evitar lo peor. Démonos la oportunidad de confiar en la capacidad de nosotros mismos para hacerlo mejor. Lo hicimos en el acuerdo constitucional post plebiscito. Reencontrémonos, como lo hemos hecho otras veces. Ni gobierno ni oposición por sí solos pueden resolver la inercia destructiva que nos amenaza. Pero sí lo podemos como nación. ¡Feliz 2023!

Por Óscar Guillermo Garretón, economista

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